Por Darío Díaz, Director Asociado de APOYO Comunicación
Reducción en el uso de plástico, gestión de residuos, cambio climático, abastecimiento sostenible, eco-diseño, eco-eficiencias, etc. Los desafíos crecen cada vez más, no solo en cantidad sino en complejidad. La clave para abordarlos: un plan integrado que se sustente en la articulación con distintos actores para obtener los mejores resultados.
Más allá de las medidas que vienen adoptando las empresas a nivel local para cumplir con normativas como la ley que regula el plástico de un solo uso en Perú desde diciembre de 2018, hay algo que trasciende la coyuntura regulatoria y que toca al mismísimo modelo de negocio a largo plazo: cómo pasar de un sistema de producción lineal a uno circular. Es decir, cómo desarrollar una nueva forma de hacer negocios que permita aprovechar mejor los recursos naturales y lograr formas sostenibles de producción y consumo.
Hace unos días tuvo lugar en Lima el “II Foro Internacional de Economía Circular Ciudades, Agricultura, Pesca y Acuicultura”, organizado por el Ministerio de Ambiente y PRODUCE, con el auspicio de la Unión Europea, en el que se pudo evidenciar cómo se están transformando los modelos de negocios en varios sectores: alimentos, bebidas, supermercados, agricultura, acuicultura, pesquería, y hasta en la minería. Algunos ejemplos interesantes:
“Cerrar el círculo” no es un proyecto, es una estrategia de negocio
Para “cerrar el círculo” primero necesitamos contar con una estrategia de sostenibilidad, alineada a las tendencias del sector, las expectativas de los stakeholders y a los objetivos del negocio. Esto permitirá que el “proyecto” de Economía Circular no sea una iniciativa aislada de los múltiples desafíos ambientales, sociales y económicos que enfrentan las empresas.
Pero no basta con la estrategia, necesitamos un liderazgo motivador que provenga de la alta dirección, a la vez que de aquellos líderes naturales que hay en toda organización; una cultura alineada y una gestión de comunicaciones internas que permitan crear la mística de la sostenibilidad.
Finalmente, necesitamos comunicarlo. el consumidor debe ser un protagonista activo para que tome mejores decisiones de consumo. Las nuevas generaciones no establecen vínculos con los productos o servicios, pero sí pueden establecerlos con la vocación y los valores que impulsan a esa compañía. Este es el territorio de las “Marcas con Propósito”.
La buena noticia: existe una gran variedad de herramientas y evidencias de empresas que ya lo están logrando. Como empresarios y como ciudadanos tenemos y podemos asumir un rol activo. La pregunta es si ya contamos con un plan para lograrlo.