Según el Ministerio de Energía y Minas, a nivel nacional hay 74 proyectos de exploración minera que representarán inversiones por casi US$ 600 millones. Con suerte, algunos pocos de estos proyectos podrían permitir descubrir nuevos yacimientos mineros, para reemplazar aquellos que vienen siendo ya aprovechados. Los proyectos mineros recién generan un extenso encadenamiento con diversas actividades económicas en el Perú y recursos económicos para programas sociales a través de regalías e impuestos, cuando están en etapa de ejecución. En la etapa de exploración, cada proyecto en promedio implica una inversión de US$ 8 millones cada uno, por lo que el impacto es menor. Cabe resaltar que muchos de los proyectos mineros en Perú se realizan en zonas de poco desarrollo relativo, donde la confirmación de la viabilidad de un proyecto minero implica un cambio fundamental en sus posibilidades de inversión pública en servicios esenciales y generación de oportunidades económicas, si se hace buen uso de esos recursos. 

Sin embargo, para lograr vientos a favor, hay una serie de barreras en los que deben enfocarse. Aquí solo hablaré de dos.

Un inconveniente es la desinformación alrededor de los proyectos de exploración. Se cree, muchas veces, que es casi seguro que los inversionistas tendrán grandes ganancias.

Es exactamente lo contrario, la mayoría de los proyectos de exploración se hacen a pérdida.  

Hacer exploración minera es una inversión de alto riesgo. Según Ingemmet, de cada 1,000 proyectos de exploración mineros, se logra 100 prospectos que llegan a tener un bosquejo del volumen y ley del mineral; y, de ese centenar, solo 10 logran financiamiento. Finalmente, solo 1 de ellos podrá convertirse en una mina con reservas para la explotación.

Asimismo, Manuel Regueiro González-Barros y José Antonio Espí, indicaron en su trabajo “El retorno de las inversiones en exploración minera” que, conforme a estudios internacionales, solo 1 de cada 100 a 200 proyectos de exploración nueva (greenfield) y uno de cada 20 proyectos de exploración de minas ya existentes (brownfield) llegan a ser proyectos mineros.   

Otra inexactitud frecuente es equiparar la exploración y explotación minera en términos de sus efectos ambientales. La exploración implica, principalmente, trabajos de perforación selectivos. En cambio, los proyectos ya en operación involucran una extracción intensa y continua de minerales, lo que conlleva una variación del entorno en la que se realizan sus operaciones. La actividad minera en general es la más supervisada ambientalmente en el Perú. Según la legislación peruana, ambas actividades (exploración y explotación) deben remediar las zonas impactadas, y de no hacerlo son blanco de multas; que puede ir desde 15 hasta 4,500 UIT dependiendo de la gravedad, según la Resolución de Consejo Directivo Nº 042-2015-OEFA/CD. Y cuando no se logra que haya inversión de empresas formales, la minería informal, sin supervisión alguna, además de extremadamente contaminante y generadora de graves problemas, toma la oportunidad económica, como ocurrió en Tambogrande, donde se impidió el proyecto presentado por Manhattan Minerals hace décadas. 

Por su parte, el Estado no ayuda a diferenciar estas dos etapas muy distintas, lo que abona a que las comunidades puedan tener sobre expectativas. Como muchas veces los proyectos de exploración minera son realizados por empresas más pequeñas, que venden el proyecto si es exitoso, es también posible que no tengan suficiente cuidado respecto a las relaciones comunitarias, generando problemas para la inversión posterior.  

Frente a la desinformación que se viene dando con los proyectos de exploración minera, la mejor forma de superarla (y en el largo plazo, llegar a reducirla) es la comunicación horizontal, proactiva y transparente con cada uno de los grupos de interés. Se necesita convocar a un equipo humano con experiencia en manejar diversos temas y capaz de atender a cada uno de los stakeholders.

Resulta fundamental tener conocimiento y respeto por las costumbres locales, entender su idioma y dialecto (hay 12 variantes del quechua según el Ministerio de Cultura); además de presentarse sin ideas o posiciones preconcebidas. De igual manera, es necesario aplicar canales de información acorde con las realidades de cada comunidad con las que se reunirán (ejemplo, recurrir a emisoras radiales de la zona).

Con estos elementos, se estará avanzando en obtener poco a poco la confianza de las poblaciones de esas zonas alejadas; así como lograr más y mejores relaciones que nos permitan hacer sostenible la actividad minera.