Hace poco se desarrolló el XV Encuentro Internacional de Minería que mostró un importante optimismo del sector minero y también del Gobierno para lo que será este 2024. Durante su intervención, la presidenta Boluarte señaló que espera se superen los US$ 5000 millones de inversión minera mientras que el presidente del Banco Central de Reserva, Julio Velarde, espera una recuperación de la inversión – tanto minera como no minera – que se capitalizaría en un crecimiento de 3% de la inversión privada en 2025.

Este optimismo radica en la producción de cobre. La meta del sector es incrementarla hasta superar los 3 millones de toneladas métricas finas al año con el objetivo de capitalizar los altos precios actuales de este mineral, el cual mantendrá una situación protagónica para atender la demanda mundial generada por la transición energética. El cobre es crucial por su alta conductividad y ductilidad, siendo clave para vehículos eléctricos, paneles solares, parques eólicos, redes eléctricas, centros de datos, etc. Por lo tanto, incrementar la producción de cobre del país se traducirá en más puestos de trabajo, comercio y desarrollo para más peruanos. 

Según refirió en su exposición el Nobel de Economía, Paul Romer, “El Perú tiene la oportunidad de sobresalir en el escenario mundial. Para ello necesita que sus líderes y tomadores de decisiones apoyen el desarrollo de infraestructura y cierre de brechas sociales que urgen de ser atendidas en las regiones más alejadas”. El Nobel sostiene que las operaciones mineras pueden apalancarse en la cooperación con autoridades nacionales y regionales, lo que volvería al sector minero en un importante eje que propicie el crecimiento local y la mejora de la calidad de vida de sus comunidades. 

Para lograrlo, será importante que las empresas den énfasis a programas y obras que prioricen acabar con estas brechas históricamente desatendidas por el Estado mediante un enfoque estratégico, sostenible y de largo plazo donde el desarrollo de las comunidades se perciba como una parte central de la estrategia de negocio de la empresa. Además, pueden involucrarse en el seguimiento y fiscalización de los recursos generados a partir del canon y regalías para que las autoridades las ejecuten en obras y proyectos que contribuyan a este cierre de brechas. 

Este es el momento para involucrarse aún más, trabajando codo a codo con el Estado para reducir notoriamente la línea de pobreza en poblaciones cercanas a las operaciones mineras. Es imperativo actuar hoy, más aún cuando la sombra de la minería ilegal se cierne cada vez más cerca del sector formal. Estamos hablando de la segunda economía ilegal que más impacta al Perú, según encuesta del IEP, solo superada por el narcotráfico y vinculada directamente con la trata de personas, la tercera actividad ilegal que más impacta. La minería ilegal que históricamente se ha concentrado en el oro, ahora empieza a interesarse en el cobre, lo que representa una amenaza aún mayor para el medio ambiente y para los empleos formales de miles de peruanos. 

Desde el aspecto comunicacional, quienes trabajamos con las empresas formales del sector minero tenemos la responsabilidad de comunicar con especial énfasis las inversiones, obras, programas y otras acciones que se estén planificando y/o ejecutando para cerrar brechas históricas de la población local en las áreas donde operan las mineras. Es en este contexto de bonanza del cobre cuando se deben priorizar aún más la comunicación de estos temas para que la población – y en especial los jóvenes – interioricen la importancia de la minería formal como motor que contribuya al desarrollo sostenible de nuestro país. Que mejor momento que este en que estamos ante los ojos del mundo para lograrlo. 

Imagen: Créditos RPP