El pasado miércoles, el Congreso de la República aprobó por insistencia (72 votos a favor, 39 en contra y 4 abstenciones) la autógrafa que, entre otros puntos, modifica la conformación del Consejo Directivo de Sunedu para que estén incluidos, como en el anterior esquema de autorregulación, rectores universitarios.

Esta es la primera vez, en más de 6 años de funcionamiento de la superintendencia, que se produce una contrarreforma universitaria. En contextos anteriores, fuerzas políticas en alianza con algunos grupos sociales ya habían intentado comprometer su autonomía institucional; sin embargo, estos intentos no tuvieron éxito y se continuó regulando el sistema.

Varios colectivos ciudadanos e instituciones de la sociedad civil han levantado su voz de protesta y el Foro Educativo ha recogido más de 12000 firmas para impulsar una demanda de inconstitucionalidad ante el TC. Más allá de los claros aportes de la reforma universitaria al sistema educativo peruano, ¿qué aspectos de la comunicación y relacionamiento de Sunedu han generado el colchón reputacional que sustenta el apoyo de varios colectivos?

En mi tesis de licenciatura, profundizo en aspectos de su gestión reputacional que le permitieron, durante estos años, y pese a varias voces contrarias, allanar el camino para una política regulatoria sin precedentes.
Todo recae en tres grandes lecciones:

Funcionarios alineados con el propósito de la institución se vuelven embajadores. En mis conversaciones con los funcionarios de Sunedu, me quedó claro que coincidían en dos aspectos fundamentales: 1) el sistema universitario necesitaba ser regulado y 2) la mejor solución era a través de una institución autónoma. El percibir que Sunedu encarnaba esos valores compartidos, motivaba a ejercer una defensa crucial en coyunturas adversas, sobre todo desde los altos mandos.

Vincularse activamente con stakeholders aumenta los costos a políticos de intervenir. Sunedu se vinculó estratégicamente con distintos grupos de interés: universidades, grupos de investigación, agencias multilaterales, bancadas, gremios y estudiantes. Esto le permitió contar con un respaldo plural y apartidario que dotó de legitimidad sus acciones y sirvió de contrapeso para ataques políticos. Es claro que esto no bastó para evitar la contrarreforma que el Congreso acaba de aprobar, pero sí le dio capital político y relacional para contar con la defensa de un grupo importante de líderes y opinión pública.

Transmitir firmeza en la toma de decisiones construye reputación. La regulación de Sunedu se percibió como “mano dura” gracias a una serie de decisiones (desde denegar licenciamientos hasta imponer multas millonarias) que generó anticuerpos iniciales en algunas universidades, pero que terminó por generar una voluntad en los funcionarios por conservar ese prestigio.

Los hallazgos encontrados, a pesar del revés sufrido esta semana, sirven de aprendizajes sobre cómo gestionar estratégicamente la comunicación en instituciones públicas para fortalecer su capacidad.
En síntesis, socializar la política pública es una estrategia comunicacional clave para asegurar su continuidad.

El legado de la reforma universitaria demuestra que, si se decide abrir el campo de batalla a arenas no tradicionales, respaldada en una buena comunicación, una agencia estatal puede dar pelea.
En ese sentido, si bien la decisión del Congreso es un duro retroceso a la política, el descontento palpable de una buena parte de la opinión pública invita a ser optimistas.

Sunedu aún existirá en el imaginario de la gente, logro al que toda gestión pública debe apuntar: trascender.
Para acceder al texto completo de la tesis, hacer click en este enlace: ¿Cómo se regula en el Perú?: las claves de la capacidad institucional de la Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (2015- 2019).